El Jubileo nos llama a ir más allá de nuestros límites y emprender un viaje espiritual. No se trata solo de un desplazamiento físico, sino de una transformación del corazón.
La peregrinación comienza con la decisión de partir, explorar lugares sagrados y participar en ritos y liturgias sagradas. Esta es una experiencia profunda de conversión que nos acerca a Dios y a los demás que también buscan un futuro mejor.
Como se describe en Levítico 25, el Año Jubilar es un tiempo de expiación y misericordia, un tiempo para perdonar deudas, buscar la reconciliación y abrazar la conversión.
En Roma, la apertura de las Puertas Santas en las basílicas mayores marca el inicio del Jubileo. Al atravesar estas puertas, los peregrinos reciben gracias especiales y la oportunidad de obtener la Indulgencia Plenaria del Jubileo.
Fuera de Roma, los Obispos designan Templos Jubilares, que serán lugares de peregrinación durante el año, en los que se puede recibir la Indulgencia Plenaria.